Hablamos de Historia de Shuggie Bain

Debatimos quien era el verdadero protagonista de la historia y otros temas

El 19 de diciembre de 2022, a las 21 horas, nos reunimos todas y todos los que integramos el Club de lectura en el gimnasio del Colegio Sadako para comentar la lectura que yo había propuesto un mes antes. Aún no se si el éxito de asistencia se debió a la fascinación por el libro o porque después estaba previsto realizar el sorteo del “amigo invisible” pero lo cierto es que, aunque Gabriel se incorporó más tarde, no acabó faltando nadie. (Mariona, Cristina M, Gabriel, Jordi B, Aída, Cristina V, Esther, Laia, Amadeo, Sonia, Marta S, Ingrid, Marta M y Jordi T).

Como me tocaba dirigir la sesión, comencé por hacer una breve introducción. Comenté que tenía en mente proponer otro libro, pero pocas semanas antes me recomendaron la lectura de “Historia de Shuggie Bain” y tras leerlo, quedé compungido. Decidí que esta debía ser la lectura, no podía ser otra. Sabía que la apuesta era arriesgada porque se trata de un libro duro, de una historia triste por lo que nos cuenta y por el deprimente marco histórico y social en la que transcurre, pero me apetecía pulsar el ánimo de mis amigas y amigos del Club.

Quería “tocar la fibra”, sí, pero sobre todo quería reivindicar una máxima que me aplico como lector: no voy a renunciar a leer un buen libro por el simple hecho de que se trate de una historia triste. Y la historia de Shuggie Bain lo es. Y mucho. Pero también es un buen libro

Es cierto que apenas dos meses antes a propuesta de Jordi B habíamos leído “Si esto es un hombre” de Primo Levi, es cierto que todos somos padres o madres y sufrimos como los que más por el bueno de Shuggie, es cierto que venimos de una pandemia y que lo que nos pide el cuerpo es una historia amable, de esperanza, pero sobre todo de colores vivos como los verdes o azules y no los grises o negros como el carbón de las minas cerradas de Glasgow. Todo eso es cierto, pero también es cierto que a la pregunta de si el libro había gustado, todos excepto Aída, dijeron que sí. Y no fue un simple sí. Fue un sí razonado. Algunas como Mariona hablaron de un libro que te atrapa y no lo puedes soltar. Yo mismo describo el libro como un “novelón”, de aquellos que te encuentras muy de vez en cuando. No me atrevería a hablar de fascinación unánime, pero si de un claro balance positivo, vamos, que compensa leerlo, aunque Marta M haya tenido que dejarlo en varias ocasiones para continuar otro día.

Debatimos quien era el verdadero protagonista de la historia ¿Shuggie o Agnes?

Shuggie, el hijo, cuenta la historia de su madre alcohólica con la mirada de un niño al que no le toca asumir el papel de adulto que cuida de la casa. Parece que todo está inspirado, que no basado, en la propia infancia del autor que sería ese niño que pese a no encajar en una sociedad machista y homófoba lucha lo imposible por salvar a su madre.

Agnes, la bellísima madre alcohólica llena capítulos y capítulos de decisiones erróneas, en su mayoría producto de su ebriedad. Discurre por caminos dolorosos hasta alcanzar un final inevitable, aunque quizás no predecible.

Todos convenimos por ello en que ambos eran protagonistas por igual.

Hablamos del contexto, de esa sociedad fracturada por la confrontación entre católicos y protestantes, la homofobia, el alcoholismo, los abusos y el acoso escolar. Todo ello en un marco oscuro, el Glasgow de los 80. Una sociedad empobrecida donde los hombres no tienen trabajo por el cierre de las minas y donde el alcohol pasa a ser un producto de primera necesidad en clara competencia con el pan o la leche.

Y hablamos de los personajes, de los hermanos de Shuggie, Zeek y Catherine, de su malvado y depravado padre Shug, de los abuelos maternos Lizzie y Wullie y sobre todo de un personaje que causó mucha controversia, el taxista pelirrojo Eugene. ¿Era este último un malvado o simplemente un ignorante? Ingrid y Marta M le atribuían torpeza por ignorancia y otros entre los que estaban Cristina V y yo mismo veíamos maldad por la injustificada actitud de abocar de nuevo a Agnes a recaer en su alcoholismo para luego abandonarla con un lacónico “no me gustas cuando vas bebida”.

Y para terminar conté que leí que, el autor, cuando le pedían en presentaciones que leyera fragmentos del libro, se decantaba siempre por los del capítulo segundo. Si de los treinta y dos capítulos del libro me tuviera que decantar por alguno, también escogería el segundo, el de la partida de cartas entre Agnes, Lizzie y unas amigas que sirve de presentación de los principales personajes. El ambiente claustrofóbico regado en alcohol del piso de Lizzie, el humo de los cigarrillos y las miserias de los endeudamientos por las compras a plazos hasta de productos como la ropa, es un claro preludio de que de ahí nada podría salir bien.

Terminados los comentarios, agradecí los aplausos, señal inequívoca de que había valido la pena. Tras ello, comenzó el sorteo del “amigo invisible”, pero esa ya es otra historia.

 

Jordi T

 

La lectura

Historia de Shuggie Bain, Douglas Stuart. 2021

  • Editorial: Sexto Piso Editorial
  • Traductor/a: Francisco González López

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